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I. El inicio del camino

Emprender implica una iniciativa. Muestra ese lado inconforme de hacer un cambio en tu alrededor. Sin importar si es un negocio propio o un cambio de carrera, dar el primer paso hacia una transformación comienza con salir de la comodidad e ir a lo desconocido. Mi caso empezó hace ocho años cuando estaba recién graduado de la universidad mientras trabajaba en una empresa de telecomunicaciones.

Durante esos dos primeros años de trabajo, pensé que todas las promesas que me hicieron en la universidad se cumplirían: cumplir con objetivos, dar a conocer propuestas, ser amigable con tus jefes y, si todo va a tu favor, podrías obtener la promoción, el aumento o cualquier otra compensación en dinero que te permita vivir la vida que mereces. Al pasar el tiempo, las llegadas y salidas puntuales a la oficina, el trabajo de rutina donde solo se me exigía estar presente, acomodar archivos o tomar notas y la tolerancia a las juntas de seguimiento donde nadie me decía qué debía hacer me obligaron a buscar un escape.

Durante ese año y medio trabajando como oficinista, me detuve a pensar en esos exámenes de orientación vocacional y en cómo eso podría ayudarme a reubicarme. Reaprendí lo visto en esas pruebas y lo que leí cobró mayor sentido una vez que reflexioné en mi trabajo. Hubo cuatro lecciones importantes que asimilé y que me ha marcado durante este viaje como emprendedor.

1. Despierta tus pasiones mediante tus habilidades

Recordé que la inquietud por el arte estuvo presente desde mi niñez. Decidí abrir una cuenta en una aplicación llamada DeviantArt, donde artistas de todo el mundo enseñan su trabajo. Me dio el valor de mostrar mis primeros trabajos, sin trabajo de edición, sin corrección de estilo, sin guía clara del oficio del escritor. Obtuve uno que otro reconocimiento por los más veteranos y palabras de aliento para mejorar. El apoyo de los otros me ayudó a ver en qué era bueno y por qué les gustaba lo que hacía. Mi constancia por subir escritos, la creatividad de mi trabajo en cada cuento corto o poema y mi capacidad de análisis para resolver problemas fueron las bases que me han servido para seguir escribiendo.

2. Investiga sobre cómo mejorar

Supe que necesitaba perfeccionar mi forma de presentar historias y ser más ordenado. Los comentarios positivos fueron una señal para que yo buscara métodos para mejorar en el oficio del escritor. Pedir ayuda a los más experimentados en mi área de desarrollo me dio la fortaleza de continuar por el camino y crecer en mi profesión. Entre mis amigos cercanos que eran apasionados por el arte dieron lectura a mis textos. Sus comentarios reafirmaron mis habilidades y las carencias que tenía por ser un novato. Decidí enlistarme en un taller literario para ser educado en las manos de un experto. Aprendí mucho en ese verano porque me mostró una cosa de la cual no preví al iniciar este viaje.

3. Estate preparado a fracasar

Esas diez sesiones con un periodista del cual no recuerdo su nombre destrozaron toda la confianza que había adquirido durante ese tiempo. “Tienes pasión por hacer alta literatura, pero no solo de eso vive el escritor”, dijo el instructor después de escuchar sus risas burlonas en cada una de mis intervenciones en el taller. ¿Me veía como el chico sin aspiraciones, sin talento y aburrido de su vida que realmente era? Solo no fui a una sesión para reflexionar si iba a tolerar ese tipo de comentarios. Sin embargo, esa furia contenida por mi intento de tolerar la voz de un experto plantó en mí la humildad que necesitaba para mejorar: no todo lo que hagas va a salir bien a la primera y va a requerir un esfuerzo extra de tu parte si realmente quieres brillar.

4. No te conformes con una sola opción

En la última sesión de ese taller, me percaté que todo el mundo decidió desertar por la falta de apoyo por parte del supuesto maestro o así pareció porque fui el único que decidió asistir. Cuando fui, solo me recordó la falta de tacto que sus años de solo trabajar para un periódico le dieron. Se despidió de mí de mala gana y, mientras se iba, se repitió a regañadientes sobre la falta de significado en los textos de los escritores de hoy en día cuando él ni siquiera ha publicado artículos o libros que contribuyan a la conversación. No quise ser obediente como lo fui en mi trabajo o frustrado como ese maestro con mi vida. Busqué por todos los medios posibles (revistas especializadas en el tema de interés, páginas de internet, grupos de Facebook y entre conocidos) si existía una alternativa para estar en mejora continua. Envié un correo para la solicitud de una entrevista, me respondieron el mismo día y, un jueves después de mi horario laboral, asistí a que la directora de la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México me conociera.

Todo lo anterior me ayudó a darme cuenta de lo siguiente: la rutina ocasiona que uno pueda tomar iniciativa o permanecer circulando en un bucle sin fin de entrada y salida. Busca en tus recuerdos la chispa del cambio porque eso puede ser la motivación que necesites y, la más importante, toma los comentarios de los demás como inspiración para perseguir tus objetivos.

¡Entra en contacto!

Envía un email a fernando.barrera88@yahoo.com

Referencias.

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