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«La mejor manera de enseñar es el ejemplo, porque no importa que tan fuerte grites, la gente hará lo que haces» – Anónimo.

Hablar del éxito académico es un tema delicado y motivo de debate no solo a partir de la pandemia.

Es un asunto que lleva años en la mesa de discusión de las instancias educativas en todos los niveles. Una realidad, es que la preparación académica debiera conducir a los aprendices hacia la adquisición de conocimientos, habilidades y competencias; que en su conjunto impulsen el desarrollo económico y social en cualquier comunidad. No obstante, el rezago que vemos en educación se ve reflejado en una brecha casi insuperable entre las necesidades del mercado laboral y lo que la academia brinda a sus aprendices. ¡Construyendo desencuentros cada vez más frecuentes!

Encontrar en la educación el sentido del auto crecimiento y el desarrollo personal no es para nada tarea sencilla. Los adultos, dejamos para las “nuevas generaciones” o los “jóvenes” la obligación de educarse, formarse, capacitarse… aprender. Sin darnos cuenta que somos precisamente la generación de “adultos” los responsables de educar, formar, capacitar a la generación que viene detrás de nosotros. Palencia (1989), citado por Bustamante et al. (2010), define la educación continua como: “Una actividad académica organizada, dirigida a profesionistas o personas con formación o práctica profesional, técnica o laboral acumulada. Que insertos en el mundo del trabajo, requieren de conocimientos teóricos-prácticos que obsolecen. También, de actitudes, hábitos y aptitudes para mejorar el desempeño de su trabajo”.

Sobre la importancia social y personal de la formación.

En 1996, la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI de la UNESCO, publicó un informe denominado La educación encierra un tesoro. En ese documento, se proponen con precisión una serie de recomendaciones para lograr que la educación esté al servicio del desarrollo económico y social. Esta, tendrá que brindar una respuesta válida y acertada a los planteamientos de adaptación relacionada con las constantes mutaciones de la vida profesional; y debe también constituirse como una estructuración continua de la persona, de su conocimiento y sus aptitudes, de su facultad de juicio y acción.

“La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha señalado en diversos documentos que gran parte de la solución de los problemas del empleo a largo plazo, tienen que ver con el desarrollo de tres capacidades básicas:

  • Innovación.
  • Adaptación.
  • Aprendizaje” (Arguelles, 1996).

En cuanto a la capacidad de innovación, ésta implica la imaginación y la creatividad de los individuos, tomando en cuenta el trabajo individual y comunitario en su conjunto. La capacidad de adaptación se refiere a la adecuación rápida de los cambios, a los que debiéramos ya estar habituados. Y, por último, la capacidad de aprendizaje, que considera asumirlo como un proceso continuo y sistemático para poder desarrollar sus capacidades de innovación y adaptación. De acuerdo con la OCDE, estas tres capacidades son las que permitirán además de elevar la competitividad y productividad, generar las condiciones para el desarrollo y ampliación del nivel de vida de la población (OCDE, 2010). 

Si la mejor manera de enseñar es el ejemplo, aprendamos a aprender (y a desaprender).

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a través del Instituto Interamericano para el Desarrollo Social (INDES), ha evidenciando una limitación en la enseñanza. Misma que se acrecienta a medida que se asciende por los diferentes niveles educativos. Las personas adultas requieren ‘desaprender’ al mismo tiempo que ‘aprender’ para lograr un aprendizaje transformacional que les permita no sólo adquirir nuevos conocimientos sino también estimular la modificación del comportamiento (OCDE, 2005).

Por otra parte, el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN), creado en 1993 con el objetivo de apoyar el desarrollo innovador del sector privado en América Latina y el Caribe, en alianza con gobiernos, organizaciones empresariales y organismos no gubernamentales declara que “Las empresas con éxito reconocen que, para ser competitivas en el S.XXI, han de invertir en capital humano” (BID, 2004).

Estas declaraciones, de organismos internacionales, enmarcan la importancia de las actividades relacionadas con la formación y capacitación, no vista como una obligación sino como estrategia de competitividad, crecimiento económico y desarrollo de capital social. En ningún momento, se ha dejado de considerar el aprendizaje o la formación continua para los adultos; más bien han sido foco de atención décadas atrás. Por si no fuera suficiente, la información para no olvidarnos como adultos de la responsabilidad que tenemos en continuar aprendiendo y desaprendiendo, existe abundante literatura sobre el rendimiento académico. En el, se consideran de manera general 3 tipos distintos de determinantes que pueden tener influencia en el mismo: determinantes personales, sociales e institucionales.

Dentro de los determinantes socio-ambientales y personales, el entorno familiar más o menos propicio al esfuerzo académico, la posibilidad de ayuda y el refuerzo familiar en los estudios de los hijos, el afán de superación y de lograr una posición socio-cultural mejor que la de la generación anterior pueden ser factores de gran importancia.

El crecimiento y desarrollo de las organizaciones demandan un incremento en las competencias.

Sobre todo en aquellas que se consideran estratégicas para el logro de los objetivos. Los cambios cada vez mas rápidos e inesperados, obligan a construir una plataforma en la que la transferencia de conocimiento sea ágil y dinámica para responder a estas necesidades.  La construcción de comunidades que constantemente aprendan, ayuda a crear un ambiente en el que las respuestas a estos cambios sean rápidas y efectivas.

No es perteneciente a una generación u a otra, no es exclusivo de una década, edad o época, es responsabilidad de todos aportar un granito de arena, una montaña de conocimiento o un río de motivación para girar el mundo, y construir aquel escenario que deseamos, no es válido dejar la estafeta tirada y sentarse a esperar que alguien más la recoja y de resultados, aquellos resultados que nosotros mismos no supimos alcanzar. Recordemos que la mejor manera de enseñar es el ejemplo. 

¡Queremos escucharte!

Escríbenos a: contacto@poliedrolab.com.mx

Para saber más.

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