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II. Prueba de adversidad

No es sencillo estar preparado para las turbulencias cuando encuentras estabilidad y aprendizaje. Uno debe de estar preparado para las eventualidades. En mi transcurso en la Escuela de Escritores ocurrieron dos cosas que me desequilibraron: me había quedado sin trabajo y, por razones ajenas, estuvo en riesgo de que no tuviera escuela hasta nuevo aviso por remodelación. Por fortuna, hice pagos anticipados para disfrutar de un año de carrera y compartimos aulas en la escuela de artesanías del INBA durante dos semestres. El cambio de rutina y el proceso de ajuste me enseñaron tres cosas que me sirvieron en mi proceso como emprendedor.

1. No es malo desertar

Durante mi estancia en la SOGEM, conocí a gente valiosa que me enseñaron lecciones sobre cómo mejorar como escritor. El grupo de la generación 55 se volvió más y más pequeño y me pregunté si fue acabo su falta de pasión por el diplomado que desertaron. Algunos de ellos fueron por atender cuestiones de salud mental o por falta de solvencia económica. En mi esfuerzo por responder de la misma manera que mis colegas, yo envié mis apuntes y lecturas para que no se sintieran abandonados. Las oportunidades pueden volver a surgir no tanto por las enseñanzas, sino por las personas que conoces que te impulsan a seguir adelante.

2. La actitud hace la diferencia

Fui reaccionario en mis primeras clases de análisis de personajes y diálogos. La didáctica del profesor fue la misma en las dieciséis sesiones que tuve con él: el alumno crea un diálogo, la clase discute la asignatura, el maestro da su retroalimentación y se repite. En un principio, pensé que iba a ser una clase más elaborada, donde discutiríamos desarrollo de personajes en distintos medios y tareas para revisar todo lo aprendido. En lugar de eso, el instructor nos lanzó al agua para forzar a todos los estudiantes a nadar. Las lecciones de los expertos no siempre van a estar presentadas de la forma que tú quieres o tú mejor entiendas. Aprendes más por la variedad de métodos y su aplicación que con formas tradicionales de ver un problema.

3. Todo se interconecta

Las disciplinas que aprendes a lo largo de tu travesía como emprendedor parecen aleatorias y sin sentido. Es cuando uno tiene un objetivo específico que todo lo aprendido en distintas disciplinas cobra valor. En mi caso, siempre tuve la intención de ser novelista y creador de guiones de novela gráfica: aprender cómo se escribe un guion era parte de mi objetivo. Sin embargo, el aprender a escribir teatro y poesía eran ramas literarias que no pensé tocar. Fue por el uso de la imagen para resaltar un instante, la construcción de escenarios, y ver peripecias de los personajes que incorporé eso en cuentos y novelas.

Hubo más tropiezos que aciertos en mi segundo semestre en la especialidad. Volverme a adaptar costó trabajo porque seguía buscando un sentido a todo lo que pasaba a mi alrededor. La adversidad enseña de lo que estamos hechos como personas. Las pausas en el camino, tener una buena actitud y enfocar esfuerzos construyen las piedras del sendero que es emprender.

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Referencias de prueba de adversidad.

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